Cuando se trata de encargar trabajos por medio de concurso, suele haber tres tipos de concursos de diseño:
- completamente abiertos a cualquiera que quiera participar, sin remuneración para los participantes, «algo» para el ganador.
- restringidos a invitados, sin compensación económica para los participantes, «algo» para el ganador.
- restringidos a invitados, con compensación económica para los participantes, «algo» para el ganador.
En la mayoría de los casos el ganador se adjudica o bien un premio en dinero (que en ocasiones puede ser ridículo o que sólo se otorga bajo condiciones leoninas) o bien la adjudicación de un proyecto.
De la tipología descripta, solo el caso 3 es aceptable para diseñadores con amor propio y ética profesional. No vale la pena extenderse en criticar los tipos 1 o 2 de concursos, estos suelen conducir al plagio más vergonzoso, al sometimiento al politiqueo o como mínimo a resultados de dudosa calidad.
El boicot de de los tipos 1 y 2 de concursos es la postura más favorable al bien común. En este sentido ya se han expresado organizaciones profesionales (FAD-ADG, AIGA) y voces del diseño como Álvaro Sobrino o Luciano Cassisi.
Pero oh, sorpresa: existe un tipo de concurso que no entra en ninguna de las categorías anteriores. Se trata del concurso para el diseño de una barrera de sonido para el Aeropuerto de Schiphol. A primera vista puede parecer un típico concurso de tipo 1, pero no lo es.
La primera gran diferencia con los concursos abiertos (tipo 1) es que, si bien es abierto, se han definido 3 categorías de participantes:
- Instituciones educativas y particulares
- Agencias de diseño
- Empresas
El ganador de cada categoría se lleva €250.000 y pasa a una segunda ronda. El ganador de esta segunda ronda se lleva €500.000 más, es decir un premio total de €750.000.
Hay muchas diferencias con los típicos concursos a los que todos nos oponemos: en este caso los criterios de evaluación son muy claros, el jurado está compuesto de personas (a menudo ni siquiera hay jurado o éste es desconocido), los temas de propiedad intelectual están delimitados, los requisitos también están definidos, etc. Para más info ver el pliego.
Pero lo que hace que este concurso sea realmente diferente, radica en que los administradores de Schiphol, han encargado y testeado varios diseños antes de convocar al concurso. Es decir que ya existe una solución y ahora les interesa ver si alguien encuentra una solución mejor. Es una especie de 2da opinión: cuando vas a gastarte miles de millones de euros, no es tan mala idea gastarte 1 millón más y ver si alguien encuentra una solución mejor.
Me pregunto si las empresas que han realizado estos diseños previos tendrán que devolver el dinero de sus honorarios en caso de que alguien proponga una solución mejor.
Evidentemente, a pesar del carácter abierto del concurso, no todo el mundo está en condiciones de participar, la inherente dificultad del problema planteado y los complejísimos requerimientos, evitan por si solos el efecto O.T. que es tan común en los concursos de diseño gráfico.
Quizás este modelo sólo sea aplicable a grandes proyectos de infraestructura con un gran componente de ingeniería, pero podría ser un modelo a seguir cuando sea necesario recurrir a un concurso.