¿Es posible institucionalizar la innovación?

Guiller, un alumno de Elisava, me pasa un link a La Europa de la creatividad, un artículo de opinión de Daniel Innerarity, que presenta varias ideas interesantes acerca de la posibilidad o imposibilidad de la institucionalización de la innovación.

La pregunta […] es si tiene sentido y en qué medida hacer algo para favorecer e impulsar la creatividad y la innovación. De entrada, hay quien parte del supuesto de que las innovaciones son algo que se puede básicamente planificar.

[…]

Las fuerzas económicas no son suficientes para «institucionalizar» la innovación. […] La cuestión sería entonces qué condiciones estructurales hay que propiciar para para que haya un clima favorable a la innovación.

Pienso que el debate acerca de la innovación se puede enriquecer tomando en consideración lo sucedido en diseño y arquitectura durante los años ’60 y ’70, en la época del furor de las metodologías y la planificación. Si algo puede sacarse en claro de las experiencias de aquellos años es que los enfoques puramente racionales son una quimera.
John Christopher Jones nos enseña en sus ensayos más furiosamente antiracionales cómo todos estos esfuerzos terminan en resultados homogeneizados, deshumanizados. A la larga no hay una receta, o mejor dicho no hay una receta completa. El diseño no se encarga de certezas.

Los ’70 nos dieron, además de El Padrino I y II, la idea de los wicked problems, propuesta por Rittel: problemas cuya formulación es el problema. Todos los diseñadores sabemos que hay encargos que recien los acabamos de entender  cuando ya estamos bien avanzados en el proceso de diseño. Pues estos son wicked problems.

Innerarity dice:

La innovación consiste, de entrada, en la capacidad de distanciarse de las propias rutinas, de lo sabido, de los estereotipos y tener la capacidad de no contentarse con lo adquirido.

Tal vez la innovación esté justamente en la incertidumbre y en la inestabilidad. Si es así, la innovación es un wicked problem, y por tanto cada dilema de innovación es único. Por definición no puede haber clases de wicked problems, al no haber clases la institucionalización de la innovación se vuelve una quimera que, en mi visión, no puede ir más allá de planificar la recopilación de una serie de experiencias más o menos exitosas, algunas claves metodologicas de dudosa utilidad. El protocolo, vamos.

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