Design thinking is how designers think.
Design thinking is not design.
Design thinking is how designers think.
Design thinking is not design.
Suele afirmarse que la universidad española está disociada del mundo real. Por lo que yo se, esta apreciación es correcta.
Para dar solución a esta desventajosa situación, las universidades buscan, cada vez con mayor frecuencia, involucrar a profesionales del mundo real. En general los profesionales imparten clases magistrales o se ocupan de asignaturas que simulan un proyecto.
Simplificando, se puede decir que la universidad los llama para que repliquen un situación real en un entorno artificioso. Las universidades buscan simular lo habitual, lo normal, lo aburrido, lo corriente. Buscan exponer a los estudiantes a la rutina de lo frecuente, para que la primera confrontación con el «mundo real» se de en un entorno de aprendizaje, que por definición es más seguro.
Sin embargo, especialmente en las disciplinas creativas, los profesionales a menudo aprovechan esta situación de proyecto artificial en la universidad para hacer algo «diferente» de lo que hacen cotidianamente. (Yo también lo he hecho.)
La experiencia pedágogica es tomada como un oasis mental, como un espacio libre de experimentación profesional, como una salida de lo cotidiano y de lo rutinario. Esto es comprensible, pero provoca un desencaje.
La investigadora Eva Gil de la UOC me hace llegar esta oferta de trabajo para un proyecto de un sistema de integración de servicios de e-learning que le podrá interesar a algunos de los lectores de este blog:
Tècnic/a de suport centrat en l’usuari
Suport disseny centrat en l’usuari.
Suport en l’elaboració de propostes i en l’execució i difusió de projectes.
Si respondes a la oferta de trabajo, no dejes de mencionar en la carta que la has visto en este blog, igual hasta te da puntos y todo!
«Monegros te ayuda a combatir la crisis ofreciéndote más por menos.»
«La revolución neolítica que tuvo lugar hace ocho mil años nos marcó hasta el siglo XX. Muchos de nosotros hemos estado en medio, hemos vivido la revolución y el declive industrial a la vez que socialmente empezábamos a palpar la revolución cientificotécnica; los hábitos y las costumbres que vivimos de niños eran pervivencias sociales y económicas del pasado neolítico.»
Eudald Carbonell
La conciencia que quema
Una frase recurrente en los análisis y editoriales acerca de la tragedia del bebé muerto en el hospital Gregorio Marañon de Madrid es la siguiente:
«Los expertos no se explican cómo un fallo así pudo ocurrir».
Yo pienso que es uno de esos casos donde falla la intuición y donde fallan las reglas heurísticas que aplicamos los profesionales cuando trabajamos, ese piloto automático con el que volamos la mayoría de las veces. La pobre enfermera (y mi corazón también está con ella) no se dió cuenta de que se confundía, no hubo nada que disparara su sistema interno de alerta, no detectó ninguna anomalía, ni ninguna señal externa que le hiciera pensar si realmente estaba haciendo lo correcto. Cuando se dió cuenta era demasiado tarde.
Ahora salen todos los proponentes de protocolos más estrictos y demás echando culpas y deslindando responsabilidades. Los protocolos no son la solución: en centrales nucleares se ha estudiado que cuando trabajadores expertos seguían los protocolos de seguridad a pie juntillas, la seguridad general bajaba. El mundo real es mucho más complejo que la simplicidad de los modelos. El modelo es justamente eso, una simplificación del mundo.
En este caso parece ser que el problema es que la enfermera era novata, éso es lo que seguramente se debería haber evitado, una enfermera experta jamás hubiera cometido ese error, pero uno no siempre sabe qué no sabe y qué tiene que preguntar. Por lo que he leído, parece ser que la regla heurística en este tipo de situaciones es: «saco opaco-oscuro = aplicación endovenosa» y el saco era opaco, no era oscuro, pero sí que era opaco (por la leche). Y opaco-blanco es lo suficientemente diferente de transparente como para justificar la equivocación.
Cuando reconocemos a nuestro primo que está sentado de espaldas en un bar, nos acercamos a él y le damos una palamada fuerte en el hombro. Nos asustamos, cuando el tipo se da vuelta indignado y sorprendido, entonces nos damos cuenta de que no es nuestro primo. Hasta que pasa esto, nuestra seguridad es total. Cuando nos damos cuenta ya es demasiado tarde y en algunos casos no hay nada peor que demasiado tarde.
Bruce Nussbaum escribió ayer (10/7/09):
Fred Collopy has a great blog item up at Fast Company on why he dislikes the “Thinking” part of the term “Design Thinking.” In essence, Fred argues that the best part of design is the “doing,” not the thinking and the focus on Design Thinking short-changes what designers can really do in education, health and other spaces outside their traditional consumer-oriented activities.
As an early proponent and major supporter of Design Thinking, I can only say “Amen” to Fred. I totally agree. It is the ability to create new options and build new products, services and experiences that gives design so much power. It is the ability to understand deeply cultures from digital social media networks to small villages in southern India that gives design its power.
Si bien estoy de acuerdo con la dirección de ambos artículos, pienso que los dos parten de una falsa dicotomía, al plantear que pensar y hacer son cosas separables y por tanto distintas. Ya había leído cosas similares (que no puedo referenciar ahora, no recuerdo donde era…) que iban en la línea de separar el «thinking» del «doing». Nussbaum lo dice ahora con todas las letras, lo importante es el «doing», no el «thinking». Vaya barbaridad.
Mi compañero, el arquitecto y profesor Diego Nakamatsu me dijo una vez: «pensar y dibujar es lo mismo».
Los diseñadores y algunos otros que lean esto, advertirán la evidente veracidad de este postulado. Algunos otros como Nussbaum (y Collopy en menor medida), aún valorando muchísimo el resultado que ofrece el diseño (la creación, el entendimiento), aún siendo evangelistas del design thinking, no terminarán de entenderlo del todo y proseguirán, tal vez sin advertirlo, con planteamientos racionalistas analíticos.
Los diseñadores no pensamos primero y hacemos después. Los diseñadores pensamos haciendo.
Volví a crearme una cuenta en twitter, a ver si empiezo a usarlo de verdad. Hace un par de años probé un par de veces pero lo dejé enseguida, escribía bastante en interacciones.org y no le veía mucho sentido a twitter.
No creo que lo utilice para informar que me estoy comiendo un helado de turrón y chocolate con mi hija (tal como acabo de hacer) sino que lo aprovecharé para la misma temática de interacciones.org, aunque claro, sin el rigor que requiere un blog ;) Tampoco voy a twittear la revolución, que no estoy ni en Irán ni en Honduras.
Además, cada vez me da más verguenza escribir mis aforismos en este blog, así que pasaré la mayoría de ellos a twitter, que supongo que para eso está.