Estoy de vuelta de Kronberg/Frankfurt donde fuí a acompañar a Bruno, un ex-alumno de Elisava, nominado al Premio Braun. Bruno finalmente quedó segundo en cantidad de votos (resultado no-oficial, ya que solo se promulgaba el ganador). Ya postearé sobre el concurso en más detalle.
Caminando por Frankfurt, me encontré con este poster anunciando la participación estelar de la cultura catalana (como Guest of Honour) en la próxima edicion de la Frankfurter Buchmesse, el evento editorial más importante del año a nivel planetario.

Me pregunto si este enfoque telúrico folclórico para la gráfica del afiche es acertado, no sólo porque el burro poco tiene que ver con el centro editorial en castellano más grande del mundo (Barcelona, capital de Catalunya) sino con que desde la misma web oficial de la Feria se dice que por cultura catalana no sólo debe entenderse Catalunya sino también Valencia, Las Baleares, una ciudad francesa, una italiana y Andorra:
Catalan Culture combines the cosmopolitan and the dynamic with the unique features of a language area made up not only of three regions in Spain (Catalonia, Valencia and the Balearic Islands), but also including Roussillon in France and the Italian town of Alghero (Sardinia). […] In cooperation with the governments of Andorra and the Balearic Islands as well as the city of Perpignan, the region of Catalonia is organising a programme that brings to life the culture of the entire Catalan-speaking area in Frankfurt and all over Germany.
Supongo que a unos les chocará leer que según este texto Catalunya es una región de España (y no un país o nación), mientras que otros les chocará la preeminencia total de la lengua catalana y la ausencia del castellano como parte de la cultura catalana, un debate que, por cierto, se inició hace unos meses cuando autores de la talla de Mendoza, Cercas o Marsé, catalanes que escriben en castellano, aún no habían sido convocados por los organizadores. Finalmente el programa literario será éste.
A mi no me choca ni una cosa ni la otra. Sin embargo, y es mi modesto juicio extranjero, ni Quim Monzó ni Albert Boadella se parecen a un burro.
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