En la parada Plaça Catalunya de la línea 3 del metro de Barcelona, me topé con dos chicos sentados en un banco, sumamente concentrados en sus ordenadores. Cuando vi el maletín del portátil atado a una especie de carro de la compra reciclado, pensé que el maletín era en realidad un altavoz y que me encontaba delante de una nueva generación de músicos de karao-metro, con gadgets electrónicos y look cool.
Pero no, se trata de técnicos de teléfonía midiendo la señal de UMTS.
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