En la Escuela tienes a los mejores profesores. Cualquiera puede ir a escucharlos, no importa curso ni horario. No pasan lista.
Se sabe inmediatamente que son los mejores, porque siempre están ahí cuando los necesitas –apenas llegas y ya están a punto de empezar, sin faltar ningún día, sin nunca llegar tarde-. Porque hablan a tu nivel –no son de esos que esconden su inseguridad tras un lenguaje oscuro. Y porque, como más sabes, más te dicen. Nunca se cansan de dar clase, no envejecen, no tienen la cabeza puesta en su despacho en el escalafón. No conspiran entre ellos. Sólo viven para enseñarte arquitectura.
¿Qué de cuál Escuela estoy hablando? De la tuya.
¿Qué quiénes son esos rara avis? No, no son ninguna minoría, son, al contrario, la mayoría de tus profesores. ¿Quieres nombres? ¿El curso acaba y aún no te has apuntado sus nombres en el horario?
Son Le Corbusier, Aalto, Siza, Wright, Mies, Loos, Ruskin, Hejdck, Smithson… Esa es la gente que da clase en tu Escuela. ¿No lo sabías? Sí: te están esperando en la biblioteca, para darte clases particulares.
Pasado a limpio, II
Valencia: Pre-Textos de Arquitectura, 1999
21/03/2010 a las 12:57 |
gallina de piel
6/06/2010 a las 23:52 |
Estoy de acuerdo en que «los mejores profesores» enseñan sin dar voces. Yo fui ignorante de todos ellos hasta que un buen profesor me los presentó. Y además consiguió que quisiera aprender a ver, no sólo a mirar, en sus obras, me transmitió la pasión por la arquitectura y el buen diseño. Gracias, de corazón, a todos los profesores que nos pellizcan en el alma.