Alberto Knapp hace una interesante reflexión acerca de las empresas centradas en el proceso y las empresas centradas en el producto. Knapp sostiene que al final lo único que importa es precisamente la interacción final que el usuario tenga con tu producto.
Yo estoy completamente de acuerdo con este punto de vista, aunque la dicotomía proceso vs. producto que plantea Alberto Knapp, me lleva a pensar en el manifiesto incompleto de Bruce Mau con el que también estoy de acuerdo. Mau dice entre otras cosas:
3. El proceso es más importante que el resultado. Cuando el resultado conduce al proceso, sólo llegaremos a donde ya hemos estado. Si el proceso conduce al resultado, quizás no sabremos a dónde vamos, pero sabremos que queremos estar ahí.
Sin embargo, pienso que no hay contradicción entre estas posturas, leyendo el manifiesto completo es obvio que ambos están en la misma línea.
Pero entonces, si lo que importa es el producto y el proceso es un medio, ¿por qué tanto proceso y metodología estricta? Intuyo que muchos clientes piensan que contratando un proveedor con probada fidelidad a una metodología seguida dogmáticamente, y que generando decenas de informes (¡entrañables entregables intermedios!) se puede reducir el riesgo. En ciertos ámbitos de ciertas empresas se trata primero de reducir riesgos, de mantener unos estándares y recién despues en pensar en crear productos buenos o excelentes. Pero, claro está, seguir un proceso no garantiza productos exitosos, a modo de ejemplo recordemos un caso de pura ingeniera, sin marketing, sin diseño: el transbordador Columbia, que terminó explotando pese a desarrollarse de acuerdo a normas ISO.
El post de Knapp, también me hace pensar en un ya viejo artículo de Joel Spoolsky llamado Big Macs vs. The Naked Chef. Spoolsky traza una analogía entre el desarrollo de software y la cocina y dice algo que tiene mucho sentido: los Big Macs son mediocres, pero son siempre igual de mediocres, no hay sorpresas, todo está medido y calculado, incluso los errores en el proceso, aunque ocurran, no cambiarán el resultado final, que será, previsiblemente, mediocre.
Spoolsky compara a Mc Donalds con Jamie Oliver a.k.a. The Naked Chef que ni mide las cantidades que utiliza en sus platos, ni nada hace de acuerdo a un manual de operaciones. Obviamente Oliver produce comida de mejor calidad. La pregunta que se plantea Spoolsky es: «podrá seguir haciéndolo si abre una cadena de restaurantes?». Seguramente no: y la razón tiene que ver con la capacidad de improvisación y talento. Y con la escabilidad. Spoolsky dice:
- Some things need talent to do really well.
- It’s hard to scale talent.
- One way people try to scale talent is by having the talent create rules for the untalented to follow.
- The quality of the resulting product is very low.
Esto es lo que pasa con las grandes consultoras de tecnología, que según Spoolsky hacen el peor trabajo. Ponen a buenos chefs a crear reglas para que malos chefs puedan cocinar sus platos. Pero hay millones de cosas que los buenos chefs improvisan (instinto a base de conocimiento y experiencia), y este millón de cosas no se pueden poner en recetas ni en reglas precisas. ¡Cuidado con el dogma de las metodologías!
Mi santa abuela me lo decía: es malo comer sin sal, pero peor es comer sal sola.
23/11/2006 a las 9:57 |
Me encanta tu post, muy de acuerdo al 100%. Pero no me gusta nada el manifiesto de Mau. Se le notan demasiadas ganas de ser original y sorprendente. Quelosepas :-)
23/11/2006 a las 10:51 |
Tomo nota ;) A mi me gusta eso de no ser «cool» y hacer preguntas tontas.
23/11/2006 a las 23:40 |
Sí, en esas estoy de acuerdo (y en algunas más, por supuesto). Importante lo de la ropa negra, jeje…