En un artículo acerca de la debatible utilización de la voz y las palabras de íconos muertos (Lennon, Lee, Marylin) con el fin de vender coches, Juan Ramón Plana, director general de la Asociación Española de Anunciantes (AEA), nos ofrece una visión penosamente simplista acerca de los efectos positivos de la publicidad en el crecimiento económico:
Es como si la palabra vender estuviera maldita. Pero para vender un producto primero se fabrica, y eso genera empleo. Cuando sale al mercado genera consumo y eso significa crecimiento económico.
Según la aplastante argumentación del director de los anunciantes, el vertido de crudo en el Golfo de México también es bueno para el crecimiento, porque genera trabajo para las personas que ahora se encargan de evitar que se propague y para las otras que posteriormente tendrán que limpiarlo. La industria armamenticia y el tabaco también contribuyen al crecimiento. No son ilegales, pero es muy debatible que hagan que la vida de la gente sea mejor. Si Plana quiere convencer de que la publicidad no está maldita, debería ir por otro lado.
Este mismo director dijo acerca de la eliminación de la publicidad en Televisión Española:
…esto es un mundo al revés, cuando resulta que el gobierno tiene que ayudarnos a que haya más publicidad para que haya más consumo, pues en este momento resulta que es al revés, nos quitan forma de hacer publicidad a través de TVE. […] Esto es muy grave, de repente desaparece un medio involucrado en nuestras vidas. […] Una TVE a la que se le quite publicidad yo pienso que con el tiempo va a convertirse en un boletín del Estado.
¿El gobierne tiene que ayudar a la publicidad? ¿Realmente desaparece el medio si se eliminan las interrupciones publicitarias? ¿Desde cuando la publicidad garantiza neutralidad en cuanto a contenidos?
Las empresas agrupadas en la AEA (160, en su mayoría grandes empresas) han crecido simplificando y hablándole a la gente como si fueran idiotas, ¿será posible que hayan terminado por creerse las bondades de la simplificación y hablen siempre de manera simplista, aún cuando se requiere un mínimo de rigor intelectual en la argumentación?
Los mismos publicitarios hace rato que se dieron cuenta de que no se puede seguir hablándole a la gente como si fueran idiotas, la gente ya no compra los mensajes simplistas de siempre. Ahora los mensajes ya no van en la línea de «lava más blanco». Ahora van en la línea de «be water my friend».
Entonces ¿por qué siguen los anunciantes vendiendo la idea de la publicidad con los mismos endebles argumentos de siempre? Algo hay que reconocerle a Plana, no se valió de aquella cancioncita de que la publicidad sirve para informar al consumidor.